¡Desnaturalizar y desaprender!
Buenas tardes, Judith, ¡Muchas gracias por ese espacio de aprendizaje que tuvimos! En serio que es súper interesante. Quiero presentarte a Charli, mi amigxs está más que confundidx y no entiende todo lo que dijiste sobre la sexualidad. ¿No es así Charli?
Sí, eeeh…. No me queda claro. Es más, creo que no estoy de acuerdo. Pero, no sé he aprendido tantas cosas con Sasha, que ahora creo que esto de no estar de acuerdo es porque alguien o algo me dijo que nunca debía cuestionar. Así como todo lo de la raza y esas cosas. Ay perdón por tanta palabrería, pero en serio no sé qué más pensar.
Piensa, que debes seguir pensando, no te preocupes Charli, todas las personas necesitamos cuestionar, repensar, construir y deconstruir. Vamos despacio, revisa estas ideas conmigo, ¿te parece? Lee los siguientes mensajes:
La historia del género está fuertemente vinculada al dispositivo médico y a un paradigma científico que divide los cuerpos en dos sexos. El buen sexo consiste en un aparato genital legible dentro de la gramática binaria de la ciencia. Asimismo, en un comportamiento sexual coherente, es decir, heterosexual.
Sexo, género y sexualidad
Cuando se habla de sexo, género y sexualidad en los seres humanos, al parecer, se piensa inmediatamente en una división de los seres humanos en dos grupos.
Cuando se habla de sexo se divide a la comunidad de humanos en dos categorías determinadas: mujeres y varones. Del mismo modo, con el género se divide a los humanos en masculinos y femeninos. Y la sexualidad es clasificada en normal y patológica (heterosexual/homosexual). Además de esta división, se realiza una alineación entre sexo, género y sexualidad. Es decir, el sexo con roles de género y de sexualidad definidos. Lo anterior, proviene de una visión naturalista sobre los cuerpos humanos. Al sexo asignado al nacer una persona le corresponderán roles determinados y un modo de sexualidad normal para la sociedad.
Sin embargo, también se ha argumentado que el género no es natural, pues los roles varían según la cultura en la que se desenvuelve el individuo. Hay diversos modos de masculinidad y de feminidad según los contextos culturales.
Se dice que el sexo es natural, pues anatómicamente los cuerpos tienen una morfología “fija”.
En esta discusión se encontraba Gayle Rubin, al mencionar que “el sexo tiene que ver con la biología que nos condiciona y el género con la cultura que nos modula”. En este esquema, hay una clara definición de biología como destino y cultura como transformación. Es decir, que el sexo es definitivo mientras que el género es modificable. Una interpretación de este tipo presenta algunas problemáticas al encontrar casos de cuerpos que no encajan en esta forma binaria de tratar el cuerpo humano como los casos de hermafroditismo o los llamados de “ambigüedad sexual”.
Así surgen preguntas como ¿cuáles son los criterios para dividir la humanidad sexuada? ¿La definición de ser varón o mujer viene dada por los órganos geniales, por las hormonas, por los cromosomas? El criterio gonádico (ovarios/testículos) es falible para definir las identidades sexuales al encontrase con las gónadas ovotestis –glándula sexual hermafrodita que contiene tejido testicular y ovárico al mismo tiempo.
A finales del siglo XIX y principios del XX, según Elsa Dorlin, después de la falibilidad del criterio gonádico, se presentan las hormonas como los fundamentos naturales para definir dos identidades sexuales. Sin embargo, el criterio de las hormonas se presenta como falible ante los estudios biomédicos que demostraron que las hormonas consideradas masculinas o femeninas forman parte de todos los cuerpos sean varones o mujeres. Además, las hormonas tienen funciones más complejas en los cuerpos que el único hecho de producir la sexualización de un cuerpo.
Ya en la segunda mitad del siglo XX, los estudiosos de la genética parecen llegar a una solución para definir los criterios sexualizadores de los cuerpos: los cromosomas XX y XY emergen como determinantes de la identidad sexual de las personas. Sin embargo, este criterio tiene contradicciones y excepciones, pues según Dorlin, se estima que únicamente el “10% de los individuos son “hombres” con cromosomas XX o “mujeres” con la fórmula XY”.
Algo así pasa también con el género y la sexualidad. En 1886, aparece la primera edición de la Psychopathia sexualis (Psicopatología sexual) del psiquiatra Richard von Krafft-Ebing. Esta psicopatología era una especie de enciclopedia que registraba casos de manifestación sexual considerados en esa época como anormales: relaciones homosexuales, masoquismo, fetichismo… Estos registros inventaron identidades sexuales y clasificación psicopatológica.
Según Paul B. Preciado, estas identidades sexuales son consideradas “objetos de vigilancia y represión jurídica”. Es así, que la identidad sexual construye la diferencia sexual de los individuos, es decir, que la diferencia sexual es lo que ha de constituir un cuerpo como varón o mujer. Es en esa época en la cual se extienden en Europa las leyes de criminalización de la sodomía. Esta criminalización de la sodomía era ya una práctica habitual en el colonialismo, pues, la sodomía fue etiquetada como una práctica contra-natura desde una visión cristiana del mundo, práctica contra la que se erigió la masculinidad ibérica.
A través de esta Psychopathia sexualis se llega a establecer, en palabras de Preciado, que “a un sexo masculino le correspondería naturalmente una expresión de género masculino y una orientación heterosexual”. El establecimiento de esa cadena causal hace que cualquier desviación sea considerada patológica. Es decir, todo lo que queda fuera de la alineación sexo-género-sexualidad es anormal.
En cuanto al género, se puede decir que no es producto de la “naturaleza” del sexo. No hay una relación simétrica en el género y el sexo, pero tampoco hay una dicotomía. El sexo al considerarlo natural parece ser el fundamento rígido del género. Pero si el género es maleable, en tanto construcción cultural, se estaría resquebrajando la concepción rígida, natural e inmutable del sexo.
En 1947, a John Money, un psicólogo infantil emigrado a Estados Unidos, se le encarga el tratamiento de bebés intersexuales. Money sostenía la teoría de la identidad de género, por lo que él sustenta la posibilidad de establecer el sexo del bebé intersexual (cuerpo nacido con órganos o cromosomas “no clasificable” como masculino o femenino según los criterios de la medicina), a través de la modificación hormonal y quirúrgica.
Según los estudios de Preciado, la noción de “género” que utiliza John Money es para nombrar una especie de “sexo psicológico”, con el que piensa en la posibilidad de utilizar la tecnología médica para modificar el cuerpo según un “ideal regulatorio”, el cual estaría prescribiendo el “deber ser” de un cuerpo humano femenino o masculino. Al llevar a la práctica esta idea, el cuerpo intersexual del bebé sería intervenido quirúrgicamente para hacerlo encuadrar en el binario sexual: varón o mujer. Posterior a esta cirugía, el bebé sería intervenido hormonalmente para hacer coincidir su “verdad gonádica” con una certera “identidad de género”.
En este sentido, el sexo, el género y la sexualidad del intersexual es devuelto a la naturaleza del ser humano. Varón-masculino-heterosexual o mujer-femenina-heterosexual. Elsa Dorlin, al vincular la historia de las ciencias con la historicidad del género menciona que “la fábrica médica de cuerpos sexuados no es una metáfora, la incorporación del sexo es una práctica efectiva”. El trabajo de los médicos en estas historias es la de utilizar variados mecanismos para relacionar coincidentemente el género con el sexo y la sexualidad.
En «El carácter social del género», Collete Guillaumain detectó la naturalización secundaria del sexo que ocultaba el género. Establece que la introducción del “género” a las ciencias sociales responde a una política: presentar los rasgos de género como simbólicos, mientras el sexo anatómico tiene el papel de verdad incuestionable. Sin embargo, es una dificultad.
Hay todo un debate acerca de la construcción social del género y la biologización del sexo. Sin embargo, actualmente, lxs teóricxs argumentan la construcción social del sexo a través del género. La gestión del cuerpo intersexual respondió a las políticas del género antes de las del sexo. En tal sentido, la epistemología médica fracasó con sus criterios. Puesto que, si el sexo era naturaleza, surge la pregunta de qué hacer con un cuerpo intersexual o transexual. ¿Adecuarlo a la binariedad mujer/varón? El doctor Money, un psicopediatra, adecuó el cuerpo intersexual a la binariedad de género: masculino o femenino, porque no podía admitirse otro cuerpo fuera de esa tecnología. Por lo cual, se realizaron modificaciones quirúrgicas al intersexual recién nacido y lo adecuaro al género femenino o masculino, a través de la hormonización.
Observa el siguiente video, haz clic en el ícono de la tuerca luego en la opción «cc» para seleccionar los subtítulos en español:
La bicategorización del sexo representa un obstáculo para la comprensión científica del “sexo” como proceso complejo de sexuación que no se reduce únicamente a las categorías de “mujer” u “hombre”. Las desigualdades económicas, sociales y culturales son elementos constitutivos de la sociedad y se manifiestan en las formas de relacionamiento cotidiano. Al final, estas desigualdades garantizan que unos grupos tienen superioridad sobre otros.
Si bien se generalizó la idea de que el género es un producto cultural, el sexo permaneció sobre la base inmutable de la verdad científica. En tanto que, anatomía del cuerpo, el sexo ha sido leído desde un determinismo científico que justifica la intervención quirúrgica de los cuerpos cuyos órganos reproductivos no se adecúan a la norma médica (cuerpos intersex). Estos cuerpos son considerados anómalos, justamente porque la verdad sobre el sexo dicta femenino o masculino sin que la autoridad de la ciencia sea cuestionada. La idea generalizada de la objetividad científica impide percibir el sexo dentro de los circuitos de la producción cultural. Con esto no negamos la parte material de los cuerpos, pero sí cuestionamos la idea de que esa concepción, de cómo son los cuerpos, no se vea contaminada por los significados que da la sociedad.
Comprendamos un poco más:
Como se presenta en el video, uno de los problemas en la sociedad es que solamente se reconocen dos sexos, “hombre y mujer”, estas dos clasificaciones (de ahí lo binario) son las únicas reconocidas en la ciencia, ya que se le asigna el nombre “hombre” o “mujer” a una persona a partir de su descripción biológica y es “aceptado” o “normal” la relación heterosexual entre “hombres” y “mujeres”, por lo tanto, el comportamiento que se espera de cada uno debería ser coherente con lo que se espera de ellxs. Sin embargo, ¿todas las personas se reconocen a sí mismas como “hombres” o “mujeres”? ¿Todas las personas actúan únicamente desde ese parámetro? ¿Todas las personas manifiestan en su cuerpo lo que se supone que debe significar el tener uno u otro aparato reproductivo? ¿Qué pasa con los que no?
Todos los criterios llamados “naturales” del sexo pueden fallar o no ser ciertos y solo nos aproximan a lo que es la realidad, pero en lo real, no funcionan así. El género y el sexo son factores sociales definidos a partir de relaciones de poder.
Probemos un poco esta idea. Observa a las personas en esta imagen:
- ¿Quién de esas personas desearías fuera tú vecina o vecino y por qué?
- ¿Quién de esas personas desearías fuera tú amiga o amigo y por qué?
- ¿Quién de esas personas desearías fuera tu jefe o jefa y por qué?
- ¿Quién de esas personas desearía tu comunidad que fuera su autoridad y por qué?
- ¿Quién de esas personas desearías fuera tú docente y por qué?
- ¿Con quién de esas personas desearía tu familia que te casaras y por qué?
- ¿Quién de esas personas te enorgullecería al presentarla como tu pareja y por qué?
- ¿Quién de esas personas desearías representará al país en un evento internacional y por qué?
- ¿Quién tiene más poder y por qué?
Hagamos otro ejercicio, observa la ilustración de la artista Florencia Capello, analízala:
- ¿Cómo son “las mujeres”, según dice la sociedad (aspectos positivos y negativos)?
- ¿Para qué sirven “las mujeres”, según dice la sociedad?
- ¿Cuál es el lugar – destino de “las mujeres”, según dice la sociedad?
- ¿Cómo se les nombra a los genitales “de una mujer”?
- ¿Cómo son “los hombres”, según dice la sociedad (aspectos positivos y negativos)?
- ¿Para qué sirven “los hombres”, según dice la sociedad?
- ¿Cuál es el lugar – destino de “los hombres”, según dice la sociedad?
- ¿Cómo se les nombra a los genitales “de un hombre”?
- ¿Cuáles son los mensajes que escoden la forma de representar a mujeres y hombres y de nombrar las partes del cuerpo que les diferencian?
- ¿De qué manera los modelos establecidos de mujer y hombre se parecen o diferencian con la realidad de nuestra familia y nuestra comunidad?
- ¿Cómo influyen los modelos establecidos en las formas en la que nos entendemos y entendemos a otrxs?