Mixq’ale winaq,
uwinaqil uwach ulew! Xecha’.
Xmolomanik xulik,
xb’ekina’oj chi q’equmal,
chi aq’ab’al.
Popol Wuj
“La cuestión importante no se encuentra en la falsa oposición entre naturaleza y cultura. Lo que importa, más bien, es ¿quién o qué vive o muere, dónde, cuándo y cómo?
Donna Haraway
Lo que el paso de paloma y el paso de lobo tienen en común es que ambos pasos no se oyen en absoluto. Pero uno anuncia la guerra, el señor de la guerra, el soberano que ordena la guerra, el otro ordena silenciosamente la paz. Son dos figuras importantes de la gran zoopolítica que nos preocupa aquí, que no dejará ni deja ya de ocuparnos de antemano. Ambas figuras preocupan nuestro espacio.
Jacques Derrida
El antropoceno, utilizado por Paul Crutzen y Eugene Stoermer para nombrar esta era, es un concepto proveniente de una posición que concibe la transformación de la biósfera y la era geológica fundamentalmente por la actividad humana, siguiendo a Jason W. Moore. Esta posición tiene complicaciones propias que muchxs autores han señalado, quizás porque la concepción que se tiene del anthropos es demasiada abstracta. En este sentido, proponemos tomar con cautela este concepto y leerlo a través de otras perspectivas que van desde el capitaloceno hasta la más reciente propuesta del Chthuleceno por Haraway. Lo que parece importante indicar es que esta era expone cuestiones controversiales al revisitar lo humano en la Tierra. Por una parte, parece señalar la irreversible destrucción para humanos y no humanos, una cuestión condensada por Donna Haraway al decir que la era de la extinción no es solo una metáfora. Por otra parte es significativo pensar este kainos como una reconfiguración de los refugios, una sugerente lectura de Anna Tsing. Esta autora ha mencionado, recientemente, que el punto de inflexión entre el Holoceno y el Antropoceno puede eliminar la mayor parte de los refugios, a partir de los cuales diversos grupos de especies (con o sin humanos) pueden reconstituirse después de eventos extremos. Haraway sigue la sugerencia de Tsing y menciona que el “Holoceno fue un largo período en el que las áreas de refugio en las cuales diversos organismos podían sobrevivir ante condiciones desfavorables, aún existían y eran incluso abundantes, pudiendo sostener una repoblación cultural y biológica rica y diversa”. En este sentido, perseguimos imaginar política y éticamente la reconfiguración de refugios para vidas y muertes aún posibles para todos los parientes de ri uwachulew.
Es preciso señalar que esta era se caracteriza por un auge de producción tecnobiopolítica de lo humano y del mundo –sin que estemos invitando a la tecnofobia. Es decir, un cronotopo donde se percibe un nodo de “forjamiento de alianzas entre máquinas, personas y otras entidades” en constante evolución, siguiendo siempre a la autora de When Species meet.
Proponemos tantear una recuperación o recreación de acciones disidentes que inviten a contar relatos o elaborar ficciones especulativas. Por consiguiente, quizás precisamos pensar mundanizaciones en las que, a través de imaginarios (zoos o tecno)políticos, podamos socavar los imaginarios coloniales que habitamos. Mismos que sostienen tecnologías de pensamiento y de diferenciación tales como la raza, el género, el sexo, el gen, la semilla, el feto, la rata de laboratorio et al.
Al proponer una teorización –es decir, un ensayo de lo que aún puede ser posible, siguiendo a Judith Butler– o un modo de especulación feminista, quizás sea significativo husmear la posibilidad de generar alianzas “contra-naturas” a través de prácticas tecnoculturales. Con este fisgoneo esbozamos una hipótesis de trabajo sobre la producción tecnocientífica de lo humano y su sensibilidad respecto con la reproducción de la especie. Para ello, acaso haya que convocar el reciente pin político de Haraway: “make kin not babies”. Esta consigna, pareciera proponer un ruido intencionado para hurgar los imaginarios coloniales y cristianos que sostienen la alegoría dominante sobre la familia nuclear. La importancia de este bosquejo parece tener que ver con la insistencia de la artista visual contemporánea Patricia Piccinini acerca de la palabra y del objeto, con los que la gente de la tecnocultura tiene un deber familiar generacional respecto con sus fracasos y sus logros. Haraway, leyendo el trabajo de Piccinnini, menciona que las criaturas de la tecnocultura –naturales o no, buenas o no, seguras o no– hacen demandas de cambio en el cuerpo y el alma de sus “creadores”; por lo que entendemos que nuestras propuestas implicarán un enredo y una transcreación del mundo y de la vida.
Los ejes conceptuales que proponemos en este seminario serán: “lo humano”, ri uwachulew, los “SF”, la tecnocultura y el worlding (haciendo-mundo).
Lo humano: la categoría humano, que según Foucault, “es una invención de la que la arqueología de nuestro pensamiento muestra con facilidad la fecha reciente. Y quizá el fin próximo”, una ficción que sintetiza la comprensión occidental que nombra al animal que piensa, además del proyecto colonizador de reducir las otras comprensiones de los seres dentro de su lógica de diferenciación, que constituye sus opuestos en las bestias, monstros y cosas. La humanidad, acaso es impuesta y se impone desde la interpretación romana de lo griego, y sirve de fundamento a la delimitación de un nosotros de seres privilegiados por el logos. Nos parece que lo humano se inscribe dentro de la metafísica, como escribe Heidegger, como una ontoteologia en la que valida su valor por sobre los otros seres. En este sentido, lo humano ha sido cuestionado desde su aparición, no solo teóricamente, sino también por sus opuestos bestiales y monstruosos. Por otro lado, en cuanto dispositivo, ha conquistado, junto con la lógica metafísica, el imperio de los modos de vida del animal que piensa, habla o se relaciona con dioses. Pero este imperio está lejos de ser absoluto, el dispositivo humano, como otros dispositivos, regula las relaciones, produce y domestica sujetos humanos, pero no en todas las comunidades e historias, ni siquiera de quienes se subjetivan como humanos.
Desde hace un tiempo se ha venido pensado (desde dentro) el fin del hombre, en la filosofía, el arte, la ciencia y otros relatos. Proponemos el esfuerzo de desvanecer lo humano, no como un mero gesto de difuminación o dispersión, sino como disipación de esta categoría desbordada, por lo que provisionalmente llamaremos nuestras vidas. Pretendemos, al desvanecer lo humano, deshabitar este cierre que nos impide otras comprensiones y afecciones con los seres con los que cohabitamos ruk’ ri uwachulew. Esto pasa por un cierto abandono del terreno que inscribe identidades en nosotrxs, acaso alguna deconstrucción que nos permita, por momentos, bailar fuera de la casa.
Uwachulew: no es difícil rastrear la mitopoyética –o la mitosympoyética, mejor dicho– de los “orígenes” de “lo humano” en el Popol Wuj –quizás un bestiario político de la filosofía maya k’iche’. En tal mitopoesis, podemos históricamente situar el concepto de ri uwachulew, no solamente como categoría abstracta sino como una intercepción a través de la figura de Q’uq’kumatz al “humanizar” ri uwachulew mediante un proceso de población de la tierra a través de lo humano. Para el caso de este seminario, la conexión con el erosionado y despojado uwachulew responde a otro ruido intencional que tuerce nuestra mirada al dispositivo colonial al pensar el antropoceno en disputa en el norte global, porque la experiencia colonial muestra fehacientemente la acumulación por extinción – tampoco nos sentimos nostálgicos por una especie de pureza originaria del tipo todo-equilibrado en un jardín pre-Q’uq’kumatz.
La traducción literal de uwachulew invita a jugar con estas frases: mirada de la tierra, rostro de la Tierra, faz de la Tierra o simplemente Tierra. Ri uwachulew –tierra-suelo-subsuelo-mundo-Tierra– con todas sus fuerzas y poderes serpentinos y alados podría ser también Naga, Gaia, Terra, Pachamama, Raven,… Pensar con ri uwachulew en estos tiempos de exterminios y reconfiguraciones de refugios podría aproximarnos a una reinvención de la naturaleza y su relación con las entidades humanas, no humanas y más que humanas a través de prácticas danzantes y delirantes con los poderes simpoyéticos, alados y serpentinos.
SF: un juego multiversal polimórfico o dismórfico que implica y habita la elaboración de relatos multiespecies. Parece embrollar básicamente el juego singular o colectivo de las figuras de cuerda o las llamadas “string figures”. Seguramente, un juego que implica prácticas de compañía, de complicidad y de enredo y desenredo. Como diría Donna Haraway, las string figures son como historias; proponen y promulgan modelos para que los participantes puedan habitar de alguna manera una tierra vulnerable y herida. SF también es especulación feminista, fabulación feminista, ciencia ficción feminista, hechos científicos, ficciones especulativas y demás. En un mundo de exterminios es posible comprometerse profundamente con prácticas modestas de recuperaciones parciales y conexiones que importan. Las figuras de cuerda invitan a conectarse, siguiendo ciertos patrones; sin embargo, es posible fallar en estas conexiones pero también se suelen configurar algunas que funcionan. De pronto emergen unas hermosas y multiconectadas, pues importa la conexión-con. A través de estas figuras es posible construir relatos compositivos conectando manos con manos, dedos con dedos, deseos con deseos en pos de un reflorecimiento de la Tierra y una justicia ecológica. Las ficciones especulativas pueden ser útiles en la academia y en la política por sus requerimientos de torcimientos, movilidades e inmovilidades, pasiones y acciones.
Tecnocultura: las narrativas oficiales de lo humano se asientan sobre una serie de ingenierías mecánicas, informáticas, biomédicas y sobre distintos códigos biotecnológicos. Estos distribuyen sujetos, objetos y cuerpos técnico-culturales cartografiados sobre fronteras imaginarias que separan naturaleza y cultura, organismo y tecnología. Nos interesa situarnos entre los pliegues de estas ficciones, ahí donde discurren cromo, micropartículas, genes, virus, bits, para encontrar narraciones de cara a las múltiples fisuras en las sedimentaciones del terreno erosionado de la era de la tecnocultura. Pensar los actores, en medio de redes informáticas de codificación del cuerpo, nos permite avistar canales de poder por donde circulan las normas sintácticas de la tecnociencia, en la forma de bits de información que operan como dispositivos de organización, escaneo y medición. La tecnología funciona como capital material y simbólico extendiendo sobre sí los dominios de seres vivientes y no-vivientes, humanos y no-humanos. Junto con varixs autorxs concideramos que, en el mismo sentido en que la Red y sus nodos producen dinámicas de territorialización, simultáneamente se posibilitan estrategias de hackeo de los códigos y normas sintácticas de la tecnociencia. Situarnos en la porosidad de plataformas virtuales de subjetivación, de avatares, GPS, lectores ópticos, tecnologías de realidad virtual, permite liberar las zonas limítrofes entre el avatar y el humano, entre mundo físico y virtual. A decir de Haraway habitamos un «mundo de resultados inconmensurables, un mundo que excede sus representaciones y demuele sintaxis». Este seminario pretende ser un ejercicio que recuerda que la demolición, conlleva reconstrucción. Un ejercicio escritural de relatos SF.
Worlding: Un concepto harawayiano que podría significar una creación de mundo, una especie de rehaciendo mundo por su carácter de gerundio, para habitarlo de una manera que podamos vivir y morir mejor, humanos y no humanos. Una posibilidad para revolver las gramáticas de la dominación en las que es mejor moverse y sacudirse, en vez de ser las permanentemente víctimas. Haraway considera que al habitar el cyborg implica una creación del mundo en la que se dan posibilidades radicales. Más allá de que el cyborg también consista en darle vida a proyectos militares del capitalismo tardío, en colaboración con las formas de guerras imperialistas. Además, no ignoramos que la creación del mundo lo hace también el discurso de la biología, como otro relato tecnocultural, pues pensando con Foucault no olvidamos que fuimos creados en el mundo como especie por los discursos que encarnamos. En este sentido, es posible participar en la creación del mundo tal cual hacen diversos colectivos o singularidades trans que están en una constante transcreación. En esta re-creación participan creativamente diversos colectivos de disidencia corporal, somática y mental, pero también colectivos antirracistas, feministas, descoloniales y de discapacitados.